El estrés surge cuando se preocupan por no poder afrontarlo. Los continuos cambios, algunos esperados y otros inesperados, nos hacen sentir incómodos. El aumento de la vulnerabilidad y la disminución del poder nos hace sentirnos preocupados y estresados, sobre todo en los tiempos de Covid-19, como habrás podido comprobar. Los CDC reconocen que las personas pueden haber experimentado un aumento del estrés durante esta pandemia y recomiendan que «aprender a afrontar el estrés de forma saludable hará que usted, las personas que le importan y los que le rodean sean más resistentes».
Una cierta cantidad de estrés, en las circunstancias adecuadas, puede mejorar el rendimiento, afirma Judit Ross para Harvard Business Review. Pero el estrés también puede minar tu rendimiento. «Cuando nuestro nivel de estrés es demasiado alto o el estrés ha durado demasiado tiempo, no podemos concentrarnos. La creatividad se desvanece y aparece la frustración. Nos volvemos distraídos, olvidadizos e irritables», dice Ross.
Gestionar el estrés consiste en controlarse a uno mismo, en convertirse en el héroe de la vida, no en una víctima. No se trata sólo de lo que ocurre en tu vida, que no siempre puedes controlar, sino también de cómo lo afrontas.
RESETEÁ tu rutina diaria
La forma de gestionarte tiene que ver con tus hábitos: tus rutinas diarias y cómo sueles reaccionar ante los imprevistos. Puedes entrenar a tu mente y a tu cuerpo para que reaccionen de una determinada manera que te resulte más productiva y satisfactoria. Con el tiempo, cuanto más practiques cómo gestionar diferentes situaciones, mejor lo harás. Aunque no es una tarea fácil, con el tiempo se hará más sencilla.
Recuerda que todo depende de tu rutina. Aquí tienes los cinco hábitos que debes incorporar a tu vida diaria para RESET, mejorar el rendimiento y tener más alegría en el trabajo.
Relájate: calma tu mente respirando profundamente
Disfrutar: ver el lado bueno de todo
Simplifica: guarda sólo lo que necesitas
Ejercítese: convierta los pensamientos en acciones
Agradece: aprecia lo que recibes
Relájate: calma tu mente respirando profundamente
El estrés activa la respuesta de lucha o huida del cuerpo, por lo que la presión arterial y el ritmo cardíaco aumentan. Hormonas como la epinefrina y el cortisol se liberan en nuestro torrente sanguíneo. A corto plazo, la memoria de concentración y la creatividad mejoran. Sin embargo, cuando el estrés supera un determinado umbral, el rendimiento disminuye. Si tienes que hablar en público, te quedas sin aliento. Si tienes que tomar una decisión rápida, tu ritmo cardíaco es demasiado alto para permitirte pensar con claridad; sólo tratas de escapar. Estás tan estresado que ni siquiera te das cuenta de que estás bajo estrés, por lo que no puedes pensar en cómo superarlo.
¿Cómo? Tienes que establecer una rutina diaria en la que invoques la respuesta de relajación, es decir, un estado de descanso profundo practicando meditación o yoga. Puedes practicar sólo 10 minutos de respiración profunda. Te ayudará a calmar tu mente y a estar bajo control. El aprendizaje de la respuesta de relajación no es instantáneo, requiere algo de tiempo, por eso debes empezar a practicar antes de que lo necesites. Lo bueno es que puedes hacerlo en cualquier momento y en cualquier lugar, ¡sin coste adicional! Ahora tienes el control.
Enamórate (de la vida): ve el lado bueno de todo y celébralo
Una vez que tienes tu cuerpo bajo control, eres más capaz de elegir tus pensamientos. Pueden ser positivos o negativos. Los empleados recurren al pensamiento negativo cuando sienten miedo a un resultado inesperado, especialmente en el trabajo a distancia. Como no puedes ver a tu jefe o a tus compañeros de equipo cara a cara, el trabajo a distancia puede minar tu confianza en ti mismo y tu sentido de comunidad. Puedes sentirte excluido si tu jefe no responde a un correo electrónico o si no te han invitado a una reunión. En tu mente, empiezas a buscar las razones, lo que te hace sentirte amenazado y solo.
Ayúdate a ti mismo y a tu equipo a empezar y terminar el día viéndote a ti mismo haciendo un buen trabajo. Evita pensar sólo en lo que salió mal o en lo que podría salir mal en el futuro: ese es un pensamiento contraproducente. Fíjate en el presente, en lo que has conseguido (por pequeño que parezca), disfrútalo y celébralo.
Simplifica: guarda sólo lo que necesites
Como parte del pensamiento contraproducente, probablemente pienses que no tienes tiempo para respirar, relajarte o disfrutar. Así que, ¿cómo consigues tener más tiempo? Simplifica tu vida laboral. Revisa tu escritorio, tu cartera, tu bolso, tu buzón. ¿Cuántas cosas ves que no necesitas? ¿Cuántas te molestan o te distraen? ¿Cuántas te mantienen ocupado a cambio de nada gratificante?
Reduce si tienes demasiadas. Elimina si no lo necesitas. Desplázalo si puede ser útil en otro lugar. Revisa tu rutina diaria y elimina todos los desperdicios que veas cada día; céntrate sólo en lo que importa para tu propósito. Utiliza la metodología de las 5S como guía.
Ejercita: convierte los pensamientos en acciones
El cuarto hábito consiste en convertir los pensamientos en acciones. A veces nos resulta difícil gestionar nuestros pensamientos, que van y vienen, incluso cuando intentamos respirar y concentrarnos. Sal y realiza una actividad que te calme, como caminar, correr o cocinar. Aprovecha tu experiencia de trabajar desde casa mientras dure.
Cuanto más desafiante sea la actividad, mejor. Cuando tienes que concentrarte en los movimientos de tu cuerpo, no dejas que tus problemas afecten a tus emociones. Como dice la Clínica Mayo, es como la meditación en movimiento. Te ayuda no sólo a intercambiar nuevo oxígeno sino también a bombear endorfinas que te ayudan a mejorar tu estado de ánimo. A menudo descubrirás que te has olvidado de las irritaciones del día y te has concentrado sólo en los movimientos de tu cuerpo.
Agradece: aprecia lo que recibes
El estrés es la reacción que tienen las personas ante las excesivas exigencias que se les imponen. A veces, no estás seguro de poder hacer frente al trabajo o temes el resultado. Sea lo que sea en lo que estés trabajando, asegúrate de que tú y tu equipo tenéis una rutina para revisar el proyecto en varios hitos para evitar sorpresas en la fecha de entrega. Comparte tanto las malas como las buenas noticias, pero sobre todo pide ayuda si la necesitas, y agradece el apoyo recibido. No importa si eres el líder o un miembro del equipo, agradece a tu equipo el esfuerzo en público.
Da las gracias al final de cada día. Justo antes de irte a la cama, incluye en la rutina un momento para darte las gracias por lo que has recibido durante el día. Puede ser un logro laboral, o puede ser un simple abrazo de tu hija, intenta pensar en cualquier cosa que te haya hecho sentir feliz ese día. Si no tienes nada que agradecer, eres demasiado duro contigo mismo. Piénsalo de nuevo.
Establecerlo como rutina
Sigue cada día la misma rutina nocturna. Siempre a la misma hora, para potenciar la sensación de ritual y establecer un hábito. Si la practicas todos los días, con el tiempo te resultará más fácil, por lo que podrás disfrutar de la rutina y de tus otras tareas a realizar. Si no disfrutas, ¡vuelve al principio!